En el reciente foro mundial Mondiacult 2025, hemos presentado una visión clara y directa: el futuro de la cultura depende de la dignidad de sus profesionales. El debate central abordó cómo solucionar la precariedad estructural del sector, y nuestra respuesta fue situar a la economía social como la solución estructural necesaria.
Respaldándonos en los criterios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hemos argumentado que las cooperativas son una herramienta estratégica para garantizar los derechos y el trabajo decente de los profesionales creativos. Este modelo permite el acceso a salarios justos y protección social, elementos a menudo ausentes en el sector cultural tradicional.
Nuestro objetivo en esta intervención ha sido convencer a los responsables de políticas culturales de que la economía social no es solo un actor más, sino su «mejor aliado estratégico» para lograr una cultura verdaderamente sostenible.